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El balneario feminista de Alfonsina Storni  |     22.05.2023

Hablemos de controversias. Y metámonos en una controversia muy actual, que consiste en cambiar contextos históricos para adaptarlos a necesidades o discursos del presente. Es allí donde aparecen todo tipo de ismos: fascismo, machismo, comunismo, racismo, esclavismo, feminismo, capitalismo, modernismo. 

No es que quiera mezclar todos estos ismos, tan distintos, tan específicos, tan poco posibles de aglutinar. Sin embargo, la tergiversación histórica es algo que iguala a todos estos ismos. Como sucede con el fascismo, un fenómeno político muy específico, de mediados del siglo XX. 

No niego que haya similitudes entre aquel fascismo original y algunos fenómenos actuales. Pero reducirlos sólo a eso es caer en una simplificación que no alcanza para entender el fenómeno. Y mucho menos para intentar contrarrestarlo. 

Entre todos los ismos traidos a la actualidad sin demasiada conciencia de cómo funcionaba la sociedad en otra época, el feminismo es uno de los tópicos más visitados. La irrupción del feminismo como fenómeno masivo llevó a que mucha gente intentara buscar antecedentes de aquello que en alguna otra época pudo haber sido considerado como feminista. 

Existen muchos feminismos, y ese quizá sea uno de los pocos puntos de acuerdo que tienen todos los feminismos que existen. Porque los hay de todo tipo. Y los hubo, también, de todo tipo. Por eso las feministas suelen hablar de distintas olas feministas. 

En la Argentina, el feminismo es contemporáneo del marxismo. Tal vez un poco posterior, pero hasta ahí: digamos, comienzos del siglo XX. El feminismo real, el que se autodefinía de ese modo. Y que estaba conformado, casi en su totalidad, por mujeres de clase media-alta, alta o altísima.

A comienzos del siglo XX, la discriminación hacia la mujer no era una cuestión cultural, sino legal. El patriarcado era una cuestión real, avalada por leyes básicas. Empezando porque las mujeres no podían votar. Así surgió el feminismo, sobre todo en la clase alta. 

Claro que, cuando un movimiento por la igualdad de derechos se pone en marcha, el asunto termina involucrando a mucha más gente que la de clase alta que lo inició. 

Una de las pioneras del feminismo en la Argentina fue Alfonsina Storni, una de las más grandes poetas del país y una de las más grandes referentes del modernismo en todo el mundo hispanoparlante. 

Como nos enseñó la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, Alfonsina se suicidó arrojándose al mar, en Mar del Plata. Alfonsina estaba enferma de cáncer y se instaló en Mar del Plata para cambiar el aire y ver si podía mejorar. Cosa que era muy común en aquella época. Pero la enfermedad era irreversible y terminó suicidándose, a los 46 años.

Alfonsina decidió matarse ella misma, poco tiempo antes de que lo haga la enfermedad. Fue una forma de terminar con tanto dolor. Pero comencé hablando de controversias. Y eso existe no sólo en los ismos y los contextos históricos. También hay controversia en torno a la muerte de Alfonsina. 

En este caso, la controversia que existe en Mar del Plata es sobre el lugar en el que se suicidó Alfonsina. Porque se alzó en la ciudad un monumento a Alfonsina, frente al mar, en la playa La Perla, donde se supone, Alfonsina se arrojó al mar. Pero en realidad parece que el lugar en el que Alfonsina se quitó la vida está en La Perla. Pero a varios metros del monumento. 

Alfonsina se arrojó al mar en el Club Argentino de Mujeres, un balneario fundado por un grupo de feministas en 1927, que fue pionero en varios aspectos en Mar del Plata. Uno de ellos, el haber sido fundado por un grupo que se autodefinía como feminista. Con las particularidades que, para la época, tenía un espacio semejante. 

Antes que nada hay que analizar el contexto de Mar del Plata en aquel momento: en la década de 1920, la ciudad se perfilaba como el balneario elegido por la elite porteña para veranear. Fue así que muchas instituciones porteñas se instalaron en la ciudad. Entre ellos, el Club Argentino de Mujeres. 

El Club Argentino de Mujeres fue fundado en 1921 y su sede se encontraba en la calle Maipú 924, en Buenos Aires. Había sido fundado con fines culturales e intelectuales. O, tal como enunciaba su acta fundacional, para que la “mujer decente” tuviera un lugar de reunión en un ambiente de “irreprochable cultura social e intelectual”. 

Otra vez, es necesario poner en contexto estas palabras. Porque si bien es cierto que eso de “mujer decente” hoy puede sonar troglodita, tenemos que pensar que, hace un siglo, la mujer en la Argentina no podía votar. De hecho, el Club Argentino de Mujeres fue uno de los primeros escenarios donde se discutió la necesidad de exigir el voto femenino.

En ese contexto, este tipo de discusiones sólo podían darse si se trataba de “mujeres decentes”. El Club Argentino de Mujeres estaba presidido por la poetisa y docente feminista Mercedes Dantas Lacombe. Y estaba acompañada por otras mujeres de la alta sociedad porteña que trabajan ad honorem. 

En esa Mar del Plata que se perfilaba como el gran centro balneario argentino, fue que en 1927 el Club Argentino de Mujeres abrió el Hotel Argentino de Mujeres, una playa donde sólo estaba permitido el acceso de mujeres solas o, en su defecto, con hijos a cargo.

El edificio del Hotel Argentino de Mujeres se instaló en el final de la Rambla La Perla, a la altura de Chacabuco y la costa, en la zona norte de la ciudad. Se trataba de un chalet de madera pintoresquista, con techo a dos aguas, apoyado sobre pilotes en la playa. El terreno para la construcción fue cedido al Club de Mujeres Argentinas por la Municipalidad de Mar del Plata.

Si bien se inauguró en 1927, debió ser reconstruido un año más tarde, luego de que un temporal lo destruyera por completo. Tenía en total treinta dormitorios para sesenta huéspedes, un amplio comedor, una sala de lectura y dependencias acondicionadas para baños calientes con agua de mar.

En marzo de 1930, la revista Caras y Caretas le dedicó un artículo titulado “En el balneario de las mujeres solas”.

El Club Argentino de Mujeres contaba con unas setecientas socias que podían acceder al balneario a bajo costo. Tenían descuentos en los pasajes de tren y pagaban cuatro pesos por día con pensión completa “y ayuda del  bañero”. Las madres podían venir con sus hijos, que abonaban media pensión si eran menores de tres años.

Entre las veraneantes había profesionales, docentes y empleadas, y se les daba prioridad a mujeres con problemas de salud. En ese entonces se hablaba de las bondades de respirar el aire proveniente del Atlántico para recuperarse de diferentes problemas de salud, sobre todo enfermedades infectocontagiosas y mentales, como  tuberculosis, lepra y alienación mental. 

Si bien el Club fue fundado por mujeres de la alta sociedad, en los hechos, quienes usaban las instalaciones del hotel, eran de clase media y hasta media-baja. Había también muchas mujeres solas y madres solteras (con todo lo que ello implicaba en aquella época), por lo cual se considera al Hotel de Mujeres como un antecedente del turismo social que iba a explotar años después con la llegada al gobierno de Juan Domingo Perón y las vacaciones populares de trabajadores y trabajadoras.

Una de las visistantes más ilustres del Hotel de Mujeres fue, justamente, la poeta Alfonsina Storni. Alfonsina era socia del Club de Mujeres y solía dar recitales de poesía en el local porteño. Tal es el vínculo de Alfonsina con el club, que sus restos fueron velados precisamente allí, en la sede central del club, en la calle Maipú al 900, en la ciudad de Buenos Aires. 

En Mar del Plata, Alfonsina solía visitar el Hotel y solía organizar lecturas de sus obras ante espectadoras circunstanciales. Aquella madrugada del 25 de octubre de 1938, Alfonsina caminó desde la pensión San Jacinto (donde estaba alojada, ubicada en 3 de Febrero 2861), hasta la escollera del balneario feminista. Y fue desde allí desde donde se arrojó al mar para terminar con su vida.

Sí, un balneario feminista. El asunto puede parecer un intento por reescribir la historia de acuerdo a la conveniencia del momento. Pero no, en este caso se trata de algo rigurosamente cierto. Un balneario feminista, que terminó siendo pionero tanto en el derecho de las mujeres como en el carácter popular que iba a tener tiempo después del turismo en Mar del Plata.

Historias en una historia que viene y que va. Como las olas. Las olas feministas, las olas del mar, las olas que se terminan cuando llega otra ola a barrerla y hace que el mar, como decía Paul Valéry en su poema “El cementerio marino”, siempre esté recomenzando.

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