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Caminatas    15.05.2023

Los poetas húngaros y la librería Eterna Cadencia

 

Es domingo como cualquier domingo, como casi todos los domingos. Es un día tan usual y opaco. ¿Cómo puede ser que todos sean tan parecidos? 

 

Como es costumbre, salgo a caminar.

 

Domingo sombrío es una canción compuesta por Rezso Seress en el año 1933. La letra original llevaba otro nombre, “El mundo se está acabando”, pero un amigo lo convenció de cambiar el título.

El poeta, Laszlo Javor, también hungaro y amigo de Rezso, escribió una versión distinta para la canción. La llamó Szomorú vasárnap, que traducida al español significa Domingo triste. Algunos años más tarde Billie Holiday la popularizó. 

 

“El domingo es sombrío / mis horas están dormidas / Queridas sombras con las que vivo son innumerables. / Las pequeñas flores blancas nunca te despertarán / no a donde el entrenador de la tristeza te ha llevado. / Los ángeles no han pensado en devolverte / ¿Estarían enojados si pensara en unirme a ustedes?

 

Las dos letras hablan de la muerte, la primera sobre el desgarro que dejó la primera gran guerra, la segunda sobre la contemplación del suicidio. Ambas encaran batallas y ambas hacen ver preciosas y patéticas a las personas.

 

En 1968, Rezso Seress saltó desde una ventana y jamás volvió a abrir sus ojos. Había sido acusado de generar una ola de suicidios con su arte. La prensa lo acusó, gran parte de los Estados Unidos lo vetó y ese año escribió sobre un papel amarillento, “mi corazón y yo hemos decidido terminarlo todo”.

 

Luego de cuarenta minutos de andar llego a la liberaría de la calle Honduras. Tiene un bar y una terraza, el café se sirve rápido, tiene estantes y mesas, se nota que los que trabajan allí aman los libros. Entro y tengo la suerte de encontrar una mesa vacía. Pido un café, voy de buen humor, disfruto la media tarde, las cosas sencillas, la novela de Libertad Demitrópulos. Una melodía se alza y me interrumpe. Es la voz de una mujer, no sé quién es, no entiendo qué dice. La persona que está conmigo cierra los ojos, conoce la canción. Entiendo que tengo que esperar a que termine para preguntar. “Gloomy sunday”, me dice. Después lo conozco a Seress, más tarde a Laszlo.

 

No es un domingo sombrío y es probable que sea muy parecido a los demás. Sin embargo estoy contento, la canción triste extrañamente me complace y entiendo que algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar, gobierna nuestro mundo.

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