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El palacio del silencio / 07.08.2023

Está el silencio, como gelatina espesa que se extiende de mí hasta vos. Puedo verte, pero ante el primer paso para romper la distancia, me ahogo en este túnel.

 

Está el silencio, que es denso. Se posa en mis hombros y oprime mi cabeza y garganta.

 

Cuando te sentás a desayunar, mis ojos miran la tostada. La llevás a la boca, pero mi mirada sigue clavada en la cerámica del plato. Queda el fantasma de la tostada y ya no veo lo que tengo enfrente. Da igual. Pienso: “Es ahora, podría decirle”. Gesticulo con las cejas, estoy aterrada. Me preocupa el momento en que ya no haya vuelta atrás.

 

Cuando se da un paso en el palacio del silencio, todo retumba, las puertas rechinan, las cosas se golpean. Se rompe todo, el orden establecido se interrumpe.

 

Ahora mi lengua se despega del paladar tomando coraje y acomoda la saliva. El aire entra y se prepara en el diafragma. Se tensan mis cuerdas vocales. Estoy lista. Te lo voy a decir.

 

Te miro a los ojos y espero que me entiendas. Abro la boca y el palacio del silencio se derrumba sobre nosotros.

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